viernes, 22 de julio de 2011

EL DHAMMAPADA

AVIDEZ (Del Dhammapada)

334. Los deseos de un hombre negligente crecen como la enredadera maluva. El corre de aquí para allá (de una a otra vida) como un mono en el bosque buscando la fruta.

335. Quienquiera que en este mundo es vencido por el vasto deseo, el apego, sus penas crecerán como la hierba birana después de haber llovido.

336. Pero quienquiera que en este mundo vence el vasto deseo, tan difícil de doblegar, sus penas le abandonarán como el agua se desliza por la hoja del loto.

337. Yo declaro esto: ¡Afortunados los que os habéis reunido aquí! Cortad las raíces de la avidez como el que corta la dulce raíz de la birana. No seáis como el junco, al que Mara arrasa una y otra vez.

338. De la misma forma que un árbol cortado crece de nuevo si sus raíces están firmes e intactas, de igual modo, cuando permanecen las raíces del deseo sin haber sido destruidas, el sufrimiento surge una y otra vez.

339. Las treinta y seis corrientes del deseo que arrastran hacia el placer vigorosamente, encadenan a la persona de mente ofuscada, llevándola tras el torrencial apego.
340. Las corrientes (del deseo) fluyen por todas partes. Sus raíces retoñan y se desarrollan. Contemplando cómo retoñan, hay que cortar esas raíces con la sabiduría.

341. En los seres surgen los placeres y son saturados por la avidez. Inclinados hacia la felicidad, buscan la felicidad. Verdaderamente, tales hombres nacerán y decaerán.

342. Acorralados por la avidez, están aterrados como liebres cautivas. Encadenados por grilletes, hallarán sufrimiento una y otra vez por mucho tiempo.

343. Los seres humanos atrapados en el deseo sienten el mismo terror que una liebre atrapada en el cepo. Por ello, que abandone el deseo aquel monje que desea el desapego.

344. Quienquiera que, liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero más adelante es tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, ¡cotempladlo!, era libre y ha vuelto a la esclavitud.

345, Aquello que es fuerte no es la atadura hecha de hierro, madera o cuerda, sino el apego a piedras preciosas y adornos, el anhelo de mujer e hijos, tal es la gran atadura.

346. La atadura es fuerte, dicen los sabios. Pero incluso esta atadura que amarra a los seres -que se afloja, pero tan difícil es de cortar totalmente-, los sabios acaban cortándola definitivamente y, abandonando los placeres de los sentidos, libres de anhelos, renuncian.

347. Aquellos que están infatuados con la codicia penetran en una corriente que les atrapa como la tela que la araña ha tejido de sí misma. Por esta razón, el sabio corta con todo ello y se aleja abandonando toda tribulación.

348. Abandonad el apego al pasado; abandonad el apego al futuro; abandonad el apego al presente. Cruzando a la otra orilla del devenir, la mente, liberada por todas partes, no retornaréis al nacimiento y el envejecimiento.

349. El que se perturba con perversos pensamientos, que es excesivamente ávido, que se recrea en pensamientos de apego y aumenta más y más la avidez, hace cada vez más sólidos los grilletes de Mara.

350. El que se recrea en someter los males pensamientos, medita en las impurezas del cuerpo, permanece muy atento y se esfuerza por superar la avidez, él se libera de los grilletes de Mara.

351. El que ha alcanzado la meta, sin miedo, permanece sin avidez, desapasionado, ha eliminado las espinas de la vida. Este es su último renacimiento .

352. El que permanece sin avidez ni aferramiento, y es sagaz en la etimología y los términos, y conoce los grupos de letras y sus secuencias, está llamado a vivir su último renacimiento, siendo un gran hombre de profunda sabiduría.

353. Yo todo lo he dominado, todo lo conozco. De todo me he desapegado. A todo he renunciado. He destruido totalmente toda avidez. Habiendo comprendido todo por mí mismo, ¿a quién llamaré mi maestro?

354. El regale de la Verdad es más excelso que cualquier otro regale. El saber de la Verdad es más excelso que cualquier otro saber. El placer de la Verdad es más excelso que cualquier otro placer. El que ha destruido la avidez, ha superado todo sufrimiento.

355. La riqueza arruina al necio, que no busca el Nibbana. Por culpa del aferramiento a las riquezas, los hombres ignorantes se arruinan a sí mismos y a los otros.

356. La cizaña daña los campos como la avidez a la humanidad. Por lo tanto, cuando se produce sin avidez, los frutos son abundantes.

357. La cizaña daña los campos como el odio daña a la humanidad. El que se desembaraza del odio, produce abundantes frutos.

358. La cizaña daña los campos como la ignorancia a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza de
la ignorancia, produce abundantes frutos.

359. La cizaña daña los campos como la codicia daña a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza de la codicia, produce abundantes frutos.

* Tomado de  "EL DHAMMAPADA" - EL CAMINO DE LA RECTITUD-.
Enseñanzas de Buda.

FABIAN HERNANDO CHAVEZ ORTIZ.

sábado, 20 de marzo de 2010

UN DUELO SINGULAR CAPITULO IV. EL HUERFANO




La vida del Mongol discurría en las grandes estepas abiertas, en los inmensos valles, en los tenebrosos desiertos de frío o de calor. Nómadas, viajando constantemente según las conveniencias climáticas o la riqueza de los pastos. El caballo era parte fundamental de su vida (de hecho, un verdadero guerrero aprendía a montar a caballo, antes que a caminar). Se servían de los equinos para dirigir sus manadas, cazar y guerrear. Todo ello cambió con la traición de Ontor a su propio hermano Hertico intentando asesinarlo y la tribu “Mong Wo” entró en rebeldía abierta contra el tirano. Escondidos en el providencial valle de Shamballah su forma de vida cambió considerablemente y las estructuras social-políticas básicas sugeridas por Hertico y aprobadas por el Consejo de Ancianos fueron las que imperaron en el nuevo hogar. Una comunidad mas democrática y menos machista que antaño (la igualdad femenina se consolidó), con acceso al conocimiento para todos (Hertico diseñó un sistema de educación básica obligatoria, a cargo de los mas sabios de la tribu en el que imperaba, por supuesto, la instrucción militar y la cosmogonía Mongol. Sin embargo, el conocimiento especializado seguía siendo una prerrogativa de los nobles).

La vida en Shamballah, para los jóvenes como Gengis se enfocaba casi exclusivamente en el desarrollo y perfeccionamiento físico, a través de rudos juegos que ocupaban la mayor parte del día. Ocasionalmente ayudaban en las labores cotidianas.

Iyoshi – por instrucciones de Hertico- fungía como preceptor no oficial del pequeño Gengis, tratando de inculcar en su pequeño ser, todo el conocimiento que pudiera, sin embargo, era consciente de que el tiempo no jugaba a su favor. El pequeño tenía demasiados enemigos.

Timur Chei, el hermano menor de Ontor y Hertico se opuso a que Gengis hiciera parte del grupo selecto de jóvenes que cada tres días se reunían con los eruditos, historiadores, militares, magos y políticos de la tribu a recibir enseñanzas (algunas de las cuales eran prohibidas para la mayoría de la población) que algún día aplicarían como militares o administradores. Las razones expuestas fueron farragosas y pueriles, pero aparte de Egin (venerable anciano patriarca, mentor años atrás de su padre), nadie se atrevió a contradecirle, todos tenían simpatía por el hijo de Hertico, pero en la práctica, siendo un niño, virtualmente huérfano no era nadie y le tenían temor a su familia paterna que estaba más preocupada por sacarlo del camino en una eventual sucesión que por respetar y (mucho menos) hacer valer sus derechos. Gengis estaba solo en el mundo, su familia paterna era un nido de cuervos esperando verlo muerto para despedazar la carroña. El hecho de su existencia representaba un estorbo para la morbosa ambición de Timur, quien, a falta de cualquier escrúpulo o sentimiento por los demás , no dudaría en pisotearlo a la menor oportunidad.


Gengis vivía en la tienda de Egin, quien le acogió compasivo el día en que timur lo había echado de la yurta familiar para siempre en medio de insultos y amenazas. La causa (fervientemente esperada por Timur) fue el “Kumiss”, bebida a base de leche de yegua fermentada y los efectos catastróficos de la primera borrachera de Gengis. Un día Gengis, Choibalsán y otros amigos se pasaron de Kumiss, y cada cual llegó a su casa en notorio estado de embriaguez. En las otras familias no pasó de ser una anécdota jocosa, pero en casa de Hertico fue la oportunidad perfecta para intentar deshacerse de aquél estorbo. Timur, armado de una, tan falsa como conveniente indignación, armó una escena, manipuló la situación humillando y provocando de tal forma al joven ebrio que respondió como era de esperarse en un joven guerrero mongol: encarando a su agresor. Un rostro de satisfacción adornó el semblante de Timur: él nunca desaprovechaba una oportunidad.


Por Fabian Hernando Chavez Ortiz

martes, 26 de enero de 2010

Un Duelo Singular. Capítulo Tres. "GENGIS".




Por Fabian H. Chavez.

Después de un largo peregrinaje que comenzó en pleno desierto del Gobi, en cercanías de Sain Shand y tras meses de arduo y fatigante trasegar, una singular pareja compuesta por un atlético guerrero de espesos cabellos negros, cejas pobladas, duro rostro cobrizo, y un niño de apenas dos años de edad, llegaban a la meseta de Bulgan siguiendo el cauce del río Selengá.
  • ¿Falta mucho Padre? Preguntó el infante.
  • Paciencia, respira profundo y relájate, en cualquier momento llegaremos a nuestro destino.
El pequeño Gengis obedeció y dejó que su mente se recreara en el paisaje que le rodeaba. Al costado derecho el río Selengá que parecía a punto de secarse, inmensos bloques de piedra que su mente infantil identificaba con figuras fantásticas, ora un monstruoso caballo con grandes cuernos y luenga barba, ora una enorme bota de piel de cabra olvidada por un distraído gigante de cabellos de oro devorador de niños. Instintivamente apretujó a Hertico con temor.
Descendieron por un sinuoso camino de tierra y piedras hasta hallar una pequeña cascada que parecía marcar el fin del camino, sin embargo la cabalgadura atravesó la cortina de agua internándose por una serie de húmedos laberintos oscuros que hicieron que el pequeño se quedara dormido en el regazo de su padre.
  • Despierta pequeño dormilón, llegamos a casa.
Estaban en las puertas de un hermoso valle rodeado de montañas con un colorido espectacular donde la vegetación misma parecía darles la bienvenida con alegres cánticos de amor y esperanza.
Gengis para siempre recordaría el inenarrable alboroto con que fueron recibidos por la tribu Mong Wuo, gritos de alegría, manantiales de lágrimas que brotaban de los ojos de curtidos guerreros y venerables ancianos, hombres y mujeres que de rodillas daban gracias al cielo por el retorno de su hijo: El Elegido, El Inmortal. Pronto se vio alzado en vilo por una multitud de rostros que aunque nunca había visto le eran familiares, todo era confusión, saludos y abrazos. Una hermosa mujer le tomó con cariño en sus brazos y le llevó a una Yurta donde fue lavado y vestido con ropajes que se le antojaban excesivamente lujosos.
También recordaría para siempre que esa noche, a la luz de antorchas y sentados en círculo su padre sostendría una acalorada discusión con todos los ancianos de la tribu, cuyo sentido y alcance no comprendería sino muchos años mas tarde… De madrugada sintió cuando Hertico, vestido con una sencilla túnica se inclinó en su lecho dándole un beso en la frente:
  • Adiós hijo mío. Perdóname, nunca quise que las cosas fueran así…
Así comenzó la vida de Gengis en la tribu de los Mong Wuo, su gente, su sangre. Amistosos pastores y cazadores nómadas que a punto de ser exterminados por Ontor Khan, milagrosamente habían hallado un hogar seguro donde vivir y crecer en paz. Atrás quedaron las masacres y guerras entre hermanos, aunque los odios no se apaciguaron del todo pues Ontor no cejaba en su empeño de destruirles y obsesionado con la idea de perder su reinado enviaba misiones espías, sobornaba extorsionaba y torturaba en el afán de encontrar el último reducto de los verdaderos mongoles: los Mong Wuo, pues sabía que ellos no perdonaban la traición y que algún día cuando tuvieran la suficiente fuerza vendrían por él.
Pronto se hizo amigo de los niños de su edad: con Choibalsán y su pequeña hermana Yalina, pronto se hicieron inseparables, su vida discurría entre las travesuras infantiles y el estricto programa de ejercicios que no entendía por qué Iyoshi, el antiguo compañero de su padre y ahora su preceptor, le obligaba a ejecutar.
Fabian Hernando Chavez Ortiz
2010.

Un Duelo Singular Capítulo Dos. "Shamballah".


Por Fabian H. Chavez.
Increíblemente, en menos de 48 horas toda la tribu Mong Wuo se encaminaba al galope hacia lo desconocido. Una decena de miles de nómadas, entre mujeres, niños y fieros guerreros, siguiendo obedientes los dictados del Consejo de Ancianos, abandonaba el territorio que, por la fuerza de las circunstancias se había convertido en su hogar por los últimos años. Tras no pocas protestas de aquellos que planteaban una lucha suicida contra Ontor, el grueso de la tribu, de los “pura sangre”, descendientes directos de los “Príncipes de las Estrellas”, (como contaba la leyenda ancestral), con sus pertenencias a cuestas, atravesaba veloz fértiles valles, lúgubres desiertos y escarpadas montañas sin saber exactamente hacia donde les llevarían sus pasos. Sólo unos pocos de los dirigentes encargados tenían alguna idea.
En un lapso de tiempo inverosímil, alcanzaron la cordillera de los Himalayas y tras sortear una intrincada red de oscuros túneles, que atravesaba extraños ríos y lagos subterráneos, se encontraron ante una inexpugnable y oscura pared de piedra. A la luz de las antorchas acamparon al frente de aquella inmensa pared que a la luz de las teas, parecía arrojar ocasionales destellos azules.
Tras un largo descanso, la tribu entera sentada según indicaciones de los dirigentes, con la mirada fija en la pared, repetía una larga serie de cánticos entonados por un par de ancianos depositarios de sabiduría ancestral. Pasaban las horas y los disciplinados nómadas no mostraban señal de cansancio, arreciando los coros que retumban en aquellos socavones. Nadie pudo decir cuanto tiempo transcurrió, ni cuantas personas cayeron desmayadas por el físico cansancio antes que empezaran a observarse con nitidez figuras de luz dibujándose en la roca viva. Una danza de colores y sonidos se reflejaban en lo que se había convertido en una pantalla gigantesca que iluminaba sus rostros. Pronto empezaron a dibujarse extraños caracteres que se sucedían con increíble rapidez y sólo un par de privilegiados, iniciados en los secretos de la tribu pudieron entender aquél mensaje. Al final sólo permaneció un gigantesco aviso que sí pudo ser leído por todos los presentes:
La necesidad de sus hijos y los hijos de sus hijos, siempre abrirá las puertas de Shamballah”
Al instante, con un estridente ruido, la roca se dividió en dos. Los Ancianos Mong Wuo pudieron divisar un pequeño punto de luz al final del recién creado pasadizo. Temblando de emoción Evgueni, el líder, dispuso el orden de entrada: Primero los ancianos, los niños, las mujeres y los pastores... de último: los guerreros.
EN EL VALLE DE LOS ANTEPASADOS.
El clima perennemente cálido, abundante agua (de hecho, en el valle sobresalían dos cristalinos arroyos que desembocaban en el lago central bautizado un tiempo después como “Hertico”. Uno de los ríos de agua caliente y colores azulados y el otro de agua fría y densa con tonalidades color sepia).
Ganado de todo tipo, el suelo fértil de vegetación poblada, aves de todos los colores, en fin, aquello era verdaderamente el paraíso para los atribulados Mongoles, acostumbrados a la continua lucha con la naturaleza y a obtener todo con el máximo esfuerzo, hasta el alimento mas magro... La vida discurría plácida … demasiado plácida para el espíritu aventurero y guerrero de los Mongoles.
Pronto Evgueni y el Consejo de Ancianos designaron a Timur (el hermano menor de Ontor y Hertico) como el regente de la tribu y su primera misión consistió en establecer durísimas jornadas de adoctrinamiento en el arte y tácticas de combate. Con tiempo de sobra y sin la necesidad de obtener el sustento diario, los jóvenes de la tribu desde tempranas horas del día se dedicaban en exclusiva a extensos ejercicios, charlas y en general al entrenamiento mas riguroso en el arte de la guerra.
Las inmensas montañas que rodeaban el enigmático valle fueron testigos presenciales del encomio, disciplina y entusiasmo con que los jóvenes de la tribu atendían las instrucciones de los curtidos guerreros de la antigua guardia personal de Hertico. Al caer la noche, los Ancianos realizaban extensas charlas sobre astronomía, historia y ciencias ocultas, aprendidas de generación en generación y que hasta aquél momento sólo estaban destinadas a un puñado de elegidos
De esta forma los mongoles aprendieron y aceptaron su rica y propia cosmogonía según la cual ellos eran hijos de los dioses y por tanto el único culto que aceptarían jamás, sería el culto a sus propios antepasados: Sus padres, sus Dioses.
Fabian Hernando Chavez Ortiz

martes, 5 de mayo de 2009

Un Duelo Singular. Capitulo Uno.

Un Duelo Singular.
Capítulo Uno.
Vanisha

En aquella tosca pero acogedora posada, excavada a mano en el corazón de la montaña colgaban dos inmensos mecheros que arrojaban una débil y melancólica luz sobre los personajes que departían sentados en una de las enormes mesas compuestas por macizos tablones rectangulares descansando sobre bases de piedra pulida, sólidamente aseguradas por su propio peso. La semipenumbra del lugar y lo taciturno de sus clientes contrastaba con la poderosa voz de Hertico que alegremente, al calor de un Kumiss (fermentado a base de leche de yegua), departía con Iyoshi, su fiel compañero e instructor de guerra a quien había reclutado en las lejanas tierras chinas después de sufrir lo indecible en una sangrienta batalla:
  • Mira Iyoshi: te confieso que no me entusiasma demasiado la idea de desposar a Yalina, pero hay que reconocer que es una buena mujer y es imperioso tener un descendiente.
  • ¿Buena mujer? Por el cielo, si es la mujer mas hermosa que puedas encontrar en estas tierras. Francamente no entiendo tu desazón Hertico, además ya no es hora de insensatos arrepentimientos. Muda esa expresión y aterriza por favor, urge que tengas un heredero por ti y por tu pueblo.
  • Tienes razón… sólo que no ...
  • Te gusta alguna otra? Si es así puedes tenerla como concubina.
  • No se trata de eso, reconozco que la mejor mujer que pueda encontrar es Yalina, sólo que no es lo que yo sueño.. Su mente viajó rauda en el pasado. No cesaba de recordar un extraño incidente que se presentó cuando iniciaba la campaña de China: Al frente de un pelotón de reconocimiento divisó de lejos el ataque de unos salteadores de caminos contra una pequeña y lujosa caravana. Decidió intervenir y pronto dió cuenta de los malhechores, pero cuando quiso acceder a la carroza principal (una suerte de extraño palanquín sostenido firmemente por una docena de enmascarados) fué franqueado desafiante por los cuatro guerreros sobrevivientes, completamente arropados con túnicas azul oscuras y sables desenvainados. Hertico, pronto se dio cuenta que no se trataba de una caravana china o de alguna tribu conocida y que aquellos extraños guerreros que no musitaban palabra estaban dispuestos a morir antes que dejarlo acercarse al lujoso palanquín. Era inevitable la confrontación cuando una melodiosa voz en lengua desconocida surgió del fondo de la carroza, a todas luces una orden, ya que fueron depuestas las armas y los cubiertos rostros bajaron la mirada. Cuando Hertico, decidido ingresó en el carruaje quedó boquiabierto: El ser mas encantador que jamás su imaginación podría crear le miraba fijamente desde un pequeño estanque cubriendo con pudor su desnudez, aunque aquello era un gesto inútil, pues Hertico estaba absolutamente arrobado con aquellos ojos azules cuya mirada ingresaba directamente en su alma llenándola de una sensación desconocida hasta entonces. Quiso hablar pero, torpemente atinó a balbucear un par de frases... En aquella incómoda situación sintió directo en su mente, como una caricia, la voz de aquella hermosa desconocida:
  • Te saludo, guerrero terrestre y te agradezco lo que has hecho por mí, pero el contacto nuestro es perjudicial para todos … es algo que no debió acontecer y urge cortarlo cuanto antes... yo debo llegar hasta las montañas donde están los míos y debo rogarte que olvides …
  • ¿Como te llamas?, cortó abruptamente Hertico
  • Vanisha suena mi nombre en el mundo de los hombres (contestó aquella, arrepentida de inmediato de hacerlo, sabía lo perjudicial que podría ser aquél contacto, sin embargo en su corazón algo se había despertado también).
Arrobado en aquelos recuerdos, Hertico fue interrumpido por la voz grave de Iyoshi:
  • “Un verdadero líder no sueña con los ojos abiertos”… Sentenció el maestro con reproche. Adivinaba la causa de la desazón de su discípulo: había sido testigo de aquél extraño suceso, del súbito cambio de planes para acompañar aquella caravana hasta lo mas intrincado de las montañas, del par de días en los cuales Hertico prácticamente no abandonó aquél extraño palanquín y finalmente, la despedida ante un muro de piedra con su jefe al borde del llanto. Para Iyoshi, aquello era lo mas vergonzoso que podría presenciar y por aquella razón nunca mas volvió a tocar el tema directamente con Hertico... aunque sospechaba que los insomnios y el ensimismamiento constante que le acompañaban, tenian que ver con aquél nombre que le había escuchado repetir con un gesto de nostalgia en un par de ocasiones: ¡VANISHA!.
Hertico ignoró la velada reprimenda de Iyoshi y cambió rápidamente de tema:
  • “Hay algo que no encaja amigo, no entiendo la insistencia de Ontor por entrevistarse conmigo con tanto sigilo y secreto y luego dejarme plantado por dos días esperándolo en estas soledades”.
  • “Bonito lugar… la puerta de entrada al Desierto del Gobi y tu insistencia en no traer escolta”…
  • “Ya deja la cantaleta Iyoshi, te dije que Ontor puede ser una serpiente pero no deja de ser mi hermano y a mí su palabra me basta”.
  • “¡Sea! espetó incrédulo, pero al menos no te relajes… ¿ya te diste cuenta de los seis gigantes que acabaron de entrar?”.
  • “Siete, uno se quedó en la puerta y sus ropajes de labriegos no dejan de ser un burdo disfraz, a leguas se ve que son mercenarios”.
  • “Guerreros Buriatos, asesinos a sueldo, esto no me gusta nada Hertico, creo que llegó la hora de partir”.
En ese instante uno de los rubios gigantones que se habían ubicado estratégicamente al lado de los dos amigos, en una rápida acción levantó la inmensa mesa de madera estrellándola contra la pared y desenvainando su espada se lanzó con un tremendo alarido sobre Hertico, quien ya lo esperaba con los dos sables desenvainados y en un solo movimiento vertiginoso desvió el terrible golpe y decapitó a su agresor, mientras Iyoshi, su maestro, se batía contra los otros contendores, recibiendo pronta ayuda. En el momento en que daban cuenta del último guerrero Buriato, Hertico alcanzó a observar como huía raudamente el que había fungido como centinela.
  • “A fe que son fuertes estos miserables, unas verdaderas bestias”. Jadeó Hertico, tapándose con la mano una herida en el vientre de la que manaba profusamente sangre.
  • “Estos no son los que mas me preocupan… Vámonos rápido que no se por qué pienso que estos no son mas que la avanzada, el grueso del atentado hasta ahora está por venir”. Contestó Iyoshi. Ahora era consciente de que lo único que les había librado de morir, por el momento, eran sus altos conocimientos de combate físico, pero tenía la certeza de que les esperaba un ataque con mucha mas gente que no podrían contener.
Sus temores se vieron prontamente confirmados: al salir de la caverna – posada una lluvia de flechas silbando por encima de sus cabezas fue el aviso de muerte dado por mas de trescientos guerreros Buriatos que en perfecta formación esperaba paciente su salida. En forma suicida, los dos agredidos se lanzaron por un precipicio de unos cincuenta metros cayendo de golpe precisamente en el pequeño campamento de sus agresores que a la sazón no se encontraba vigilado mas que por un par de centinelas que ingenuamente se lanzaron sobre ellos sólo para encontrar la muerte sin alcanzar a comprender la magnitud de su ciega temeridad.
Maltrechos alcanzaron a apropiarse de dos caballos y a partir al galope justo en el momento en el que la tropa llegaba a su propio campamento, lanzando terribles gritos y maldiciones y ensillando monturas para iniciar la que sería una tenaz persecución.
Horas más tarde, Hertico e Iyoshi totalmente extenuados debieron reconocer que estaban perdidos en una interminable sucesión de montañas y que sus perseguidores perfectamente conocedores de aquellos territorios pisaban sus talones. Débil hasta el extremo por la profusa cantidad de sangre que manaba sin cesar de su vientre, Hertico empezó a sentir que su vida se escapaba, su visión se tornaba borrosa y respiraba con dificultad. En un momento creyó percibir una especie de pequeño sendero y no dudó en lanzarse por allí, Iyoshi igualmente cansado decidió dejar en manos de su jefe su propia vida, simplemente se limitó a seguirle mientras aquél se internaba por una serie de desfiladeros cada vez mas extraños y en instantes dejaron de escuchar los caballos de sus perseguidores. Al atravesar una pequeña cascada Hertico sintió un extraño escalofrío por todo su cuerpo e inexplicablemente se llenó de seguridad y energía.
A unos doscientos metros el camino terminaba enfrente de una gran montaña sin vegetación de con paredes de extrañas tonalidades azules, que atrajo desmesuradamente la atención de Hertico acelerando el paso de su cansado animal. Iyoshi apenas pudo percibir aterrado como su jefe se dirigía veloz contra un pétreo muro y con sus escasas fuerzas le gritó inútilmente que se detuviera, observando con pánico lo que no podía entender sino como un suicidio premeditado: ¡Iba directo a estrellarse con la pared!.
Estupefacto Iyoshi observó como la piedra viva se abría instantes antes de que Hertico la golpeara, dejando escapar de sus entrañas una ráfaga de luz azul que alcanzó a herir sus ojos, y en una fracción de segundos decidió seguir la suerte de su jefe ingresando a aquél extraño recinto antes de que aquella piedra, se cerrara de golpe a sus espaldas.

Fabian Hernando Chavez Ortiz ...Prox Capítulo "Shamballah"

Un Duelo Singular


UN DUELO SINGULAR


Una historia tan real como los sueños, tan veraz como el recuerdo. "UN DUELO SINGULAR", es la primera narración que me atreví algún dia a garrapatear. Desde luego que en aquella época se trataba tan sólo de un puñado de folios y ahora parece no tener fin. Por ello, (a ver si por fin encuentro la motivación para culminarla) decidí publicarla, dividida en capítulos que agregaré semanalmente para no abusar de la generosidad de mi (s) ocasional (es) lector (es).

FABIAN H. CHAVEZ.

Prólogo.
Mong Wuo


Una tribu nómada, de tantas que habitaran la estepa oriental de Asia al final del primer milenio en la era cristiana. Humilde pero valerosa, ingenua pero tenaz, empezó a sufrir una lenta transformación y sus nativos, pacíficos pastores cuya vida se desarrollaba plácidamente en las grandes estepas abiertas y en los tenebrosos desiertos de frío o de calor, discurriendo como nómadas según las conveniencias del clima o la riqueza de los pastos, empezaron a transformarse a medida que crecían las nuevas generaciones, en fieros guerreros despertando la admiración, pero ante todo la preocupación y el miedo de sus vecinos.

Por eso, cuando su caudillo Ontor Chei tomó la iniciativa de unirse a las tribus con quienes históricamente permanecían en pugna por el derecho a los mejores pastos y la mejor tierra, en condiciones de igualdad y equidad, los Vogulios, Ostiacos, Yukaghiros, Tchutkschis, Buriatos, y Calmucos no dudaron en unirse en una Confederación bajo el control militar principalmente de guerreros de la tribu tribu Mong Wu, dirigida y organizada por Ontor Chei, sobre quien empezaban a tejerse leyendas de inmortalidad y terribles poderes sobrenaturales.

Las cosas marcharon razonablemente bien durante largos años y el poderío de la nueva confederación, se tradujo en progreso y prosperidad común que se reflejaba en el rostro de sus habitantes ya conocidos en tierras lejanas como “Mongoles”. Sin embargo dicho progreso, basado en la opresión y esclavización de las tribus y reinos mas débiles y en la paulatina centralización de poder en cabeza de Ontor, (quien a la sazón había establecido la capital de la Confederación en Kanghai) cada día mas sanguinario y cruel, hizo que su propia tribu de origen: la Mong Wuo empezara a tomar abierta distancia de quien empezaban a ver como tirano.

Inteligentemente Ontor Chei en una jugada de ajedrez, envió a su hermano Hertico (quien se perfilaba como el verdadero líder natural de la tribu) como General en Jefe de la Confederación a luchar contra los Chinos de la Dinastía Hu en una inaplazable lucha de poderes, confiando en una estruendosa derrota que seria su muerte política, si antes no fallecía bajo la formidable maquinaria de guerra del emperador Jieshi. Mientras tanto se dedicaba a realizar terribles “purgas” en las altas esferas de la aristocracia confederada reemplazando dirigentes con alguna independencia por “títeres” que no dudarían en ungirle como Rey o Khan.

Ajeno a las maquinaciones de su hermano, Hertico Chei se batía fieramente al pié de la muralla china alcanzando al fin una definitiva y sonora victoria que le convirtió en celebridad entre todas las tribus y en el héroe verdadero de su gente: los Mong Wuo.

Desobedeciendo las estrictas órdenes de Ontor, se abstuvo de arrasar las tierras chinas, limitándose a hacerles firmar un pacto de obediencia y tributo mensual y, de nuevo sin consultar a su hermano, a su regreso decidió radicarse en su propia tribu, lejos de la capital Kanghai, la sede del Gobierno. Allí, fue elegido unánimemente como Jefe, y enterado de los abusos de su hermano, se opuso con todas sus fuerzas a sus proyectos dictatoriales, promoviendo la igualdad entre los miembros de las tribus y aboliendo la esclavitud en su propia tierra con la esperanza de que el ejemplo terminara por convertirse en norma para la Confederación.

Dos años después, Ontor contaba con la aquiescencia de todas las tribus menos una: su propia gente Los Mong Wuo y de todos los hombre importantes de la Confederación menos uno: Hertico su hermano. Eran de facto los únicos que se oponían al reinado. La situación era de tensa calma y en cualquier momento podía estallar.

Fabian H. Chavez.

lunes, 26 de enero de 2009

Sigue la Lucha



Sigue la Lucha...

¿Acaso alguna vez creí que tenía fín?
Era ingenuo confundir la modorra con la tregua
El encanto vacío de lo material,
El embrujo perenne de venus,
Con el tránsito sereno por las llanuras de Shamballah


Sigue la Lucha...

Mi única arma: La Impecabilidad
Sentimientos que son estorbo, Taras, muletillas,
La Trampa Suprema del Hacedor Negativo.


Sigue la Lucha...

No existe el final, abundan comienzos
Muchos en falso, pocos avances
El Principal: La Claridad En La Visión...
EN LA PROPIA VISIÓN

Descubrir el Guerrero
En la maraña espesa de la Bagatela
Encontrar mis propios pasos
Refundidos con las huellas de la manada.


Sigue la Lucha...

No habrá vencedores ni vencidos
Ni premio ni castigo,
Los honores del vulgo, propiedad son del anodino
La conquista real,
Grabada en el espejo de mi espiritu estará
A salvo del manoseo de la parcialidad popular.


Sigue la Lucha...

La mirada altiva para el soberbio,
La sonrisa abierta para el humilde
El pecho ante Dios descubierto
El escudo impenetrable para el miedo.

La Despedida nostálgica a la tristeza,
La Bienvenida franca a la verdad.


Sigue la Lucha...

La lucha que comenzó
Mucho antes del Tiempo,
Y seguirá después que él,

La lucha que no comencé,
La lucha que siempre se me quiso ocultar,
La lucha de la que se me quiso excluir,

La Lucha que ahora me pertenece...


Fhcho
26-01-09.