SHAMBALLAH EN LA ERA DE ACUARIO
FABIAN HERNANDO CHAVEZ ORTIZ
viernes, 22 de julio de 2011
EL DHAMMAPADA
334. Los deseos de un hombre negligente crecen como la enredadera maluva. El corre de aquí para allá (de una a otra vida) como un mono en el bosque buscando la fruta.
335. Quienquiera que en este mundo es vencido por el vasto deseo, el apego, sus penas crecerán como la hierba birana después de haber llovido.
336. Pero quienquiera que en este mundo vence el vasto deseo, tan difícil de doblegar, sus penas le abandonarán como el agua se desliza por la hoja del loto.
337. Yo declaro esto: ¡Afortunados los que os habéis reunido aquí! Cortad las raíces de la avidez como el que corta la dulce raíz de la birana. No seáis como el junco, al que Mara arrasa una y otra vez.
338. De la misma forma que un árbol cortado crece de nuevo si sus raíces están firmes e intactas, de igual modo, cuando permanecen las raíces del deseo sin haber sido destruidas, el sufrimiento surge una y otra vez.
339. Las treinta y seis corrientes del deseo que arrastran hacia el placer vigorosamente, encadenan a la persona de mente ofuscada, llevándola tras el torrencial apego.
340. Las corrientes (del deseo) fluyen por todas partes. Sus raíces retoñan y se desarrollan. Contemplando cómo retoñan, hay que cortar esas raíces con la sabiduría.
341. En los seres surgen los placeres y son saturados por la avidez. Inclinados hacia la felicidad, buscan la felicidad. Verdaderamente, tales hombres nacerán y decaerán.
342. Acorralados por la avidez, están aterrados como liebres cautivas. Encadenados por grilletes, hallarán sufrimiento una y otra vez por mucho tiempo.
343. Los seres humanos atrapados en el deseo sienten el mismo terror que una liebre atrapada en el cepo. Por ello, que abandone el deseo aquel monje que desea el desapego.
344. Quienquiera que, liberado del deseo, encuentra disfrute en el bosque, pero más adelante es tentado por el deseo y vuelve a casa, tal hombre, ¡cotempladlo!, era libre y ha vuelto a la esclavitud.
345, Aquello que es fuerte no es la atadura hecha de hierro, madera o cuerda, sino el apego a piedras preciosas y adornos, el anhelo de mujer e hijos, tal es la gran atadura.
346. La atadura es fuerte, dicen los sabios. Pero incluso esta atadura que amarra a los seres -que se afloja, pero tan difícil es de cortar totalmente-, los sabios acaban cortándola definitivamente y, abandonando los placeres de los sentidos, libres de anhelos, renuncian.
347. Aquellos que están infatuados con la codicia penetran en una corriente que les atrapa como la tela que la araña ha tejido de sí misma. Por esta razón, el sabio corta con todo ello y se aleja abandonando toda tribulación.
348. Abandonad el apego al pasado; abandonad el apego al futuro; abandonad el apego al presente. Cruzando a la otra orilla del devenir, la mente, liberada por todas partes, no retornaréis al nacimiento y el envejecimiento.
349. El que se perturba con perversos pensamientos, que es excesivamente ávido, que se recrea en pensamientos de apego y aumenta más y más la avidez, hace cada vez más sólidos los grilletes de Mara.
350. El que se recrea en someter los males pensamientos, medita en las impurezas del cuerpo, permanece muy atento y se esfuerza por superar la avidez, él se libera de los grilletes de Mara.
351. El que ha alcanzado la meta, sin miedo, permanece sin avidez, desapasionado, ha eliminado las espinas de la vida. Este es su último renacimiento .
352. El que permanece sin avidez ni aferramiento, y es sagaz en la etimología y los términos, y conoce los grupos de letras y sus secuencias, está llamado a vivir su último renacimiento, siendo un gran hombre de profunda sabiduría.
353. Yo todo lo he dominado, todo lo conozco. De todo me he desapegado. A todo he renunciado. He destruido totalmente toda avidez. Habiendo comprendido todo por mí mismo, ¿a quién llamaré mi maestro?
354. El regale de la Verdad es más excelso que cualquier otro regale. El saber de la Verdad es más excelso que cualquier otro saber. El placer de la Verdad es más excelso que cualquier otro placer. El que ha destruido la avidez, ha superado todo sufrimiento.
355. La riqueza arruina al necio, que no busca el Nibbana. Por culpa del aferramiento a las riquezas, los hombres ignorantes se arruinan a sí mismos y a los otros.
356. La cizaña daña los campos como la avidez a la humanidad. Por lo tanto, cuando se produce sin avidez, los frutos son abundantes.
357. La cizaña daña los campos como el odio daña a la humanidad. El que se desembaraza del odio, produce abundantes frutos.
358. La cizaña daña los campos como la ignorancia a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza de
la ignorancia, produce abundantes frutos.
359. La cizaña daña los campos como la codicia daña a la humanidad. Por lo tanto, el que se desembaraza de la codicia, produce abundantes frutos.
* Tomado de "EL DHAMMAPADA" - EL CAMINO DE LA RECTITUD-.
Enseñanzas de Buda.
FABIAN HERNANDO CHAVEZ ORTIZ.
sábado, 20 de marzo de 2010
UN DUELO SINGULAR CAPITULO IV. EL HUERFANO
La vida del Mongol discurría en las grandes estepas abiertas, en los inmensos valles, en los tenebrosos desiertos de frío o de calor. Nómadas, viajando constantemente según las conveniencias climáticas o la riqueza de los pastos. El caballo era parte fundamental de su vida (de hecho, un verdadero guerrero aprendía a montar a caballo, antes que a caminar). Se servían de los equinos para dirigir sus manadas, cazar y guerrear. Todo ello cambió con la traición de Ontor a su propio hermano Hertico intentando asesinarlo y la tribu “Mong Wo” entró en rebeldía abierta contra el tirano. Escondidos en el providencial valle de Shamballah su forma de vida cambió considerablemente y las estructuras social-políticas básicas sugeridas por Hertico y aprobadas por el Consejo de Ancianos fueron las que imperaron en el nuevo hogar. Una comunidad mas democrática y menos machista que antaño (la igualdad femenina se consolidó), con acceso al conocimiento para todos (Hertico diseñó un sistema de educación básica obligatoria, a cargo de los mas sabios de la tribu en el que imperaba, por supuesto, la instrucción militar y la cosmogonía Mongol. Sin embargo, el conocimiento especializado seguía siendo una prerrogativa de los nobles).
La vida en Shamballah, para los jóvenes como Gengis se enfocaba casi exclusivamente en el desarrollo y perfeccionamiento físico, a través de rudos juegos que ocupaban la mayor parte del día. Ocasionalmente ayudaban en las labores cotidianas.
Iyoshi – por instrucciones de Hertico- fungía como preceptor no oficial del pequeño Gengis, tratando de inculcar en su pequeño ser, todo el conocimiento que pudiera, sin embargo, era consciente de que el tiempo no jugaba a su favor. El pequeño tenía demasiados enemigos.
Timur Chei, el hermano menor de Ontor y Hertico se opuso a que Gengis hiciera parte del grupo selecto de jóvenes que cada tres días se reunían con los eruditos, historiadores, militares, magos y políticos de la tribu a recibir enseñanzas (algunas de las cuales eran prohibidas para la mayoría de la población) que algún día aplicarían como militares o administradores. Las razones expuestas fueron farragosas y pueriles, pero aparte de Egin (venerable anciano patriarca, mentor años atrás de su padre), nadie se atrevió a contradecirle, todos tenían simpatía por el hijo de Hertico, pero en la práctica, siendo un niño, virtualmente huérfano no era nadie y le tenían temor a su familia paterna que estaba más preocupada por sacarlo del camino en una eventual sucesión que por respetar y (mucho menos) hacer valer sus derechos. Gengis estaba solo en el mundo, su familia paterna era un nido de cuervos esperando verlo muerto para despedazar la carroña. El hecho de su existencia representaba un estorbo para la morbosa ambición de Timur, quien, a falta de cualquier escrúpulo o sentimiento por los demás , no dudaría en pisotearlo a la menor oportunidad.
Gengis vivía en la tienda de Egin, quien le acogió compasivo el día en que timur lo había echado de la yurta familiar para siempre en medio de insultos y amenazas. La causa (fervientemente esperada por Timur) fue el “Kumiss”, bebida a base de leche de yegua fermentada y los efectos catastróficos de la primera borrachera de Gengis. Un día Gengis, Choibalsán y otros amigos se pasaron de Kumiss, y cada cual llegó a su casa en notorio estado de embriaguez. En las otras familias no pasó de ser una anécdota jocosa, pero en casa de Hertico fue la oportunidad perfecta para intentar deshacerse de aquél estorbo. Timur, armado de una, tan falsa como conveniente indignación, armó una escena, manipuló la situación humillando y provocando de tal forma al joven ebrio que respondió como era de esperarse en un joven guerrero mongol: encarando a su agresor. Un rostro de satisfacción adornó el semblante de Timur: él nunca desaprovechaba una oportunidad.
Por Fabian Hernando Chavez Ortiz
martes, 26 de enero de 2010
Un Duelo Singular. Capítulo Tres. "GENGIS".
- ¿Falta mucho Padre? Preguntó el infante.
- Paciencia, respira profundo y relájate, en cualquier momento llegaremos a nuestro destino.
- Despierta pequeño dormilón, llegamos a casa.
- Adiós hijo mío. Perdóname, nunca quise que las cosas fueran así…
Un Duelo Singular Capítulo Dos. "Shamballah".
martes, 5 de mayo de 2009
Un Duelo Singular. Capitulo Uno.
Capítulo Uno.
En aquella tosca pero acogedora posada, excavada a mano en el corazón de la montaña colgaban dos inmensos mecheros que arrojaban una débil y melancólica luz sobre los personajes que departían sentados en una de las enormes mesas compuestas por macizos tablones rectangulares descansando sobre bases de piedra pulida, sólidamente aseguradas por su propio peso. La semipenumbra del lugar y lo taciturno de sus clientes contrastaba con la poderosa voz de Hertico que alegremente, al calor de un Kumiss (fermentado a base de leche de yegua), departía con Iyoshi, su fiel compañero e instructor de guerra a quien había reclutado en las lejanas tierras chinas después de sufrir lo indecible en una sangrienta batalla:
- Mira Iyoshi: te confieso que no me entusiasma demasiado la idea de desposar a Yalina, pero hay que reconocer que es una buena mujer y es imperioso tener un descendiente.
- ¿Buena mujer? Por el cielo, si es la mujer mas hermosa que puedas encontrar en estas tierras. Francamente no entiendo tu desazón Hertico, además ya no es hora de insensatos arrepentimientos. Muda esa expresión y aterriza por favor, urge que tengas un heredero por ti y por tu pueblo.
- Tienes razón… sólo que no ...
- Te gusta alguna otra? Si es así puedes tenerla como concubina.
- No se trata de eso, reconozco que la mejor mujer que pueda encontrar es Yalina, sólo que no es lo que yo sueño.. Su mente viajó rauda en el pasado. No cesaba de recordar un extraño incidente que se presentó cuando iniciaba la campaña de China: Al frente de un pelotón de reconocimiento divisó de lejos el ataque de unos salteadores de caminos contra una pequeña y lujosa caravana. Decidió intervenir y pronto dió cuenta de los malhechores, pero cuando quiso acceder a la carroza principal (una suerte de extraño palanquín sostenido firmemente por una docena de enmascarados) fué franqueado desafiante por los cuatro guerreros sobrevivientes, completamente arropados con túnicas azul oscuras y sables desenvainados. Hertico, pronto se dio cuenta que no se trataba de una caravana china o de alguna tribu conocida y que aquellos extraños guerreros que no musitaban palabra estaban dispuestos a morir antes que dejarlo acercarse al lujoso palanquín. Era inevitable la confrontación cuando una melodiosa voz en lengua desconocida surgió del fondo de la carroza, a todas luces una orden, ya que fueron depuestas las armas y los cubiertos rostros bajaron la mirada. Cuando Hertico, decidido ingresó en el carruaje quedó boquiabierto: El ser mas encantador que jamás su imaginación podría crear le miraba fijamente desde un pequeño estanque cubriendo con pudor su desnudez, aunque aquello era un gesto inútil, pues Hertico estaba absolutamente arrobado con aquellos ojos azules cuya mirada ingresaba directamente en su alma llenándola de una sensación desconocida hasta entonces. Quiso hablar pero, torpemente atinó a balbucear un par de frases... En aquella incómoda situación sintió directo en su mente, como una caricia, la voz de aquella hermosa desconocida:
- “Te saludo, guerrero terrestre y te agradezco lo que has hecho por mí, pero el contacto nuestro es perjudicial para todos … es algo que no debió acontecer y urge cortarlo cuanto antes... yo debo llegar hasta las montañas donde están los míos y debo rogarte que olvides …
- ¿Como te llamas?, cortó abruptamente Hertico
- Vanisha suena mi nombre en el mundo de los hombres (contestó aquella, arrepentida de inmediato de hacerlo, sabía lo perjudicial que podría ser aquél contacto, sin embargo en su corazón algo se había despertado también).
- “Un verdadero líder no sueña con los ojos abiertos”… Sentenció el maestro con reproche. Adivinaba la causa de la desazón de su discípulo: había sido testigo de aquél extraño suceso, del súbito cambio de planes para acompañar aquella caravana hasta lo mas intrincado de las montañas, del par de días en los cuales Hertico prácticamente no abandonó aquél extraño palanquín y finalmente, la despedida ante un muro de piedra con su jefe al borde del llanto. Para Iyoshi, aquello era lo mas vergonzoso que podría presenciar y por aquella razón nunca mas volvió a tocar el tema directamente con Hertico... aunque sospechaba que los insomnios y el ensimismamiento constante que le acompañaban, tenian que ver con aquél nombre que le había escuchado repetir con un gesto de nostalgia en un par de ocasiones: ¡VANISHA!.
- “Hay algo que no encaja amigo, no entiendo la insistencia de Ontor por entrevistarse conmigo con tanto sigilo y secreto y luego dejarme plantado por dos días esperándolo en estas soledades”.
- “Bonito lugar… la puerta de entrada al Desierto del Gobi y tu insistencia en no traer escolta”…
- “Ya deja la cantaleta Iyoshi, te dije que Ontor puede ser una serpiente pero no deja de ser mi hermano y a mí su palabra me basta”.
- “¡Sea! espetó incrédulo, pero al menos no te relajes… ¿ya te diste cuenta de los seis gigantes que acabaron de entrar?”.
- “Siete, uno se quedó en la puerta y sus ropajes de labriegos no dejan de ser un burdo disfraz, a leguas se ve que son mercenarios”.
- “Guerreros Buriatos, asesinos a sueldo, esto no me gusta nada Hertico, creo que llegó la hora de partir”.
- “A fe que son fuertes estos miserables, unas verdaderas bestias”. Jadeó Hertico, tapándose con la mano una herida en el vientre de la que manaba profusamente sangre.
- “Estos no son los que mas me preocupan… Vámonos rápido que no se por qué pienso que estos no son mas que la avanzada, el grueso del atentado hasta ahora está por venir”. Contestó Iyoshi. Ahora era consciente de que lo único que les había librado de morir, por el momento, eran sus altos conocimientos de combate físico, pero tenía la certeza de que les esperaba un ataque con mucha mas gente que no podrían contener.
Maltrechos alcanzaron a apropiarse de dos caballos y a partir al galope justo en el momento en el que la tropa llegaba a su propio campamento, lanzando terribles gritos y maldiciones y ensillando monturas para iniciar la que sería una tenaz persecución.
Horas más tarde, Hertico e Iyoshi totalmente extenuados debieron reconocer que estaban perdidos en una interminable sucesión de montañas y que sus perseguidores perfectamente conocedores de aquellos territorios pisaban sus talones. Débil hasta el extremo por la profusa cantidad de sangre que manaba sin cesar de su vientre, Hertico empezó a sentir que su vida se escapaba, su visión se tornaba borrosa y respiraba con dificultad. En un momento creyó percibir una especie de pequeño sendero y no dudó en lanzarse por allí, Iyoshi igualmente cansado decidió dejar en manos de su jefe su propia vida, simplemente se limitó a seguirle mientras aquél se internaba por una serie de desfiladeros cada vez mas extraños y en instantes dejaron de escuchar los caballos de sus perseguidores. Al atravesar una pequeña cascada Hertico sintió un extraño escalofrío por todo su cuerpo e inexplicablemente se llenó de seguridad y energía.
A unos doscientos metros el camino terminaba enfrente de una gran montaña sin vegetación de con paredes de extrañas tonalidades azules, que atrajo desmesuradamente la atención de Hertico acelerando el paso de su cansado animal. Iyoshi apenas pudo percibir aterrado como su jefe se dirigía veloz contra un pétreo muro y con sus escasas fuerzas le gritó inútilmente que se detuviera, observando con pánico lo que no podía entender sino como un suicidio premeditado: ¡Iba directo a estrellarse con la pared!.
Estupefacto Iyoshi observó como la piedra viva se abría instantes antes de que Hertico la golpeara, dejando escapar de sus entrañas una ráfaga de luz azul que alcanzó a herir sus ojos, y en una fracción de segundos decidió seguir la suerte de su jefe ingresando a aquél extraño recinto antes de que aquella piedra, se cerrara de golpe a sus espaldas.
Fabian Hernando Chavez Ortiz ...Prox Capítulo "Shamballah"
Un Duelo Singular
Una historia tan real como los sueños, tan veraz como el recuerdo. "UN DUELO SINGULAR", es la primera narración que me atreví algún dia a garrapatear. Desde luego que en aquella época se trataba tan sólo de un puñado de folios y ahora parece no tener fin. Por ello, (a ver si por fin encuentro la motivación para culminarla) decidí publicarla, dividida en capítulos que agregaré semanalmente para no abusar de la generosidad de mi (s) ocasional (es) lector (es).
FABIAN H. CHAVEZ.
Mong Wuo
Una tribu nómada, de tantas que habitaran la estepa oriental de Asia al final del primer milenio en la era cristiana. Humilde pero valerosa, ingenua pero tenaz, empezó a sufrir una lenta transformación y sus nativos, pacíficos pastores cuya vida se desarrollaba plácidamente en las grandes estepas abiertas y en los tenebrosos desiertos de frío o de calor, discurriendo como nómadas según las conveniencias del clima o la riqueza de los pastos, empezaron a transformarse a medida que crecían las nuevas generaciones, en fieros guerreros despertando la admiración, pero ante todo la preocupación y el miedo de sus vecinos.
Por eso, cuando su caudillo Ontor Chei tomó la iniciativa de unirse a las tribus con quienes históricamente permanecían en pugna por el derecho a los mejores pastos y la mejor tierra, en condiciones de igualdad y equidad, los Vogulios, Ostiacos, Yukaghiros, Tchutkschis, Buriatos, y Calmucos no dudaron en unirse en una Confederación bajo el control militar principalmente de guerreros de la tribu tribu Mong Wu, dirigida y organizada por Ontor Chei, sobre quien empezaban a tejerse leyendas de inmortalidad y terribles poderes sobrenaturales.
Las cosas marcharon razonablemente bien durante largos años y el poderío de la nueva confederación, se tradujo en progreso y prosperidad común que se reflejaba en el rostro de sus habitantes ya conocidos en tierras lejanas como “Mongoles”. Sin embargo dicho progreso, basado en la opresión y esclavización de las tribus y reinos mas débiles y en la paulatina centralización de poder en cabeza de Ontor, (quien a la sazón había establecido la capital de la Confederación en Kanghai) cada día mas sanguinario y cruel, hizo que su propia tribu de origen: la Mong Wuo empezara a tomar abierta distancia de quien empezaban a ver como tirano.
Inteligentemente Ontor Chei en una jugada de ajedrez, envió a su hermano Hertico (quien se perfilaba como el verdadero líder natural de la tribu) como General en Jefe de la Confederación a luchar contra los Chinos de la Dinastía Hu en una inaplazable lucha de poderes, confiando en una estruendosa derrota que seria su muerte política, si antes no fallecía bajo la formidable maquinaria de guerra del emperador Jieshi. Mientras tanto se dedicaba a realizar terribles “purgas” en las altas esferas de la aristocracia confederada reemplazando dirigentes con alguna independencia por “títeres” que no dudarían en ungirle como Rey o Khan.
Ajeno a las maquinaciones de su hermano, Hertico Chei se batía fieramente al pié de la muralla china alcanzando al fin una definitiva y sonora victoria que le convirtió en celebridad entre todas las tribus y en el héroe verdadero de su gente: los Mong Wuo.
Desobedeciendo las estrictas órdenes de Ontor, se abstuvo de arrasar las tierras chinas, limitándose a hacerles firmar un pacto de obediencia y tributo mensual y, de nuevo sin consultar a su hermano, a su regreso decidió radicarse en su propia tribu, lejos de la capital Kanghai, la sede del Gobierno. Allí, fue elegido unánimemente como Jefe, y enterado de los abusos de su hermano, se opuso con todas sus fuerzas a sus proyectos dictatoriales, promoviendo la igualdad entre los miembros de las tribus y aboliendo la esclavitud en su propia tierra con la esperanza de que el ejemplo terminara por convertirse en norma para la Confederación.
Dos años después, Ontor contaba con la aquiescencia de todas las tribus menos una: su propia gente Los Mong Wuo y de todos los hombre importantes de la Confederación menos uno: Hertico su hermano. Eran de facto los únicos que se oponían al reinado. La situación era de tensa calma y en cualquier momento podía estallar.
Fabian H. Chavez.
lunes, 26 de enero de 2009
Sigue la Lucha
¿Acaso alguna vez creí que tenía fín?
Era ingenuo confundir la modorra con la tregua
El encanto vacío de lo material,
El embrujo perenne de venus,
Con el tránsito sereno por las llanuras de Shamballah
Sigue la Lucha...
Mi única arma: La Impecabilidad
Sentimientos que son estorbo, Taras, muletillas,
La Trampa Suprema del Hacedor Negativo.
Sigue la Lucha...
No existe el final, abundan comienzos
Muchos en falso, pocos avances
El Principal: La Claridad En La Visión...
EN LA PROPIA VISIÓN
Descubrir el Guerrero
En la maraña espesa de la Bagatela
Encontrar mis propios pasos
Refundidos con las huellas de la manada.
Sigue la Lucha...
No habrá vencedores ni vencidos
Ni premio ni castigo,
Los honores del vulgo, propiedad son del anodino
La conquista real,
Grabada en el espejo de mi espiritu estará
A salvo del manoseo de la parcialidad popular.
Sigue la Lucha...
La mirada altiva para el soberbio,
La sonrisa abierta para el humilde
El pecho ante Dios descubierto
El escudo impenetrable para el miedo.
La Despedida nostálgica a la tristeza,
La Bienvenida franca a la verdad.
Sigue la Lucha...
La lucha que comenzó
Mucho antes del Tiempo,
Y seguirá después que él,
La lucha que no comencé,
La lucha que siempre se me quiso ocultar,
La lucha de la que se me quiso excluir,
La Lucha que ahora me pertenece...
Fhcho
26-01-09.