Pequeña triste

Pequeña Niña Triste

Ese sábado por la mañana, con la mirada fija en la nada, estaba aquella hermosa desconocida en la esquina de la parada de buses, erguida, exhibiendo sin pudor sus lágrimas al mundo, arrastrando su tristeza con una dignidad increíble. Toda ella era un retrato: el retrato de la tristeza y, a través de ella, de su alma desnuda sin ambages.

La gente, con indiferencia aterradora, apenas parpadeaba al paso y nadie se molestaba en fingir un dejo de preocupación y esa actitud probablemente la hubiese adoptado de no haber captado en segundos algo de sublime, de hermoso en aquella muestra franca al mundo de un ser herido. ¿Por qué sufres pequeña anónima? - pensé francamente conmovido - ¿De que forma la vida te ha lastimado? ¿alguna tragedia familiar, algún advenedizo falaz?, ¿acaso vale la pena?... me preguntaba observándola ya con el atrevimiento de la espontaneidad.

Cuando me dirigió aquella mirada entre incómoda y sorprendida, súbitamente me arrepentí de mi audacia. No sabía que decir o que hacer en una situación absolutamente inédita para mí, torpemente acudí al expediente fácil de la frase hecha:

- ¿Le pasa algo?. - Me escuché diciéndole, reprochándome al instante con dureza por la obviedad de la pregunta - .

- No, nada. Estoy esperando el bus. – Contestó enjugando mecánicamente la enésima lágrima - .

- Pero, mire, ¿puedo hacer algo por usted?. Insistí.

- No, gracias… allí viene el bus ya. Contestó dirigiéndome una mirada de dulce agradecimiento silencioso que fue mas elocuente que el mas elaborado discurso.

Enmudecido apenas atiné a dirigirle una sincera sonrisa de compañía, de preocupación y solidaridad mientras abordaba el vehículo, sin embargo estoy seguro que fui tan elocuente como ella y que de alguna manera y sin hablar había cumplido el propósito que mi alma dictara en aquél momento. Adiós pequeña triste – pensé -. Se que nunca te volveré a ver, que tu nombre será para siempre un misterio, que tu historia jamás será revelada a mi genuina curiosidad, sin embargo estoy seguro que estarás presente en mi pensamiento y que de de mi ser saldrá un ruego, una plegaria sincera y tenaz para que nunca mas, algo o alguien te vuelva a hacer llorar.

¿Por qué fingimos ignorar la simpleza de la vida?

¿Por que nos empecinamos en crear artificios vanos, empecinados en la mezquina cotidianidad?.

¿Por qué creamos barreras de arrogancia y las exhibimos como estúpidos blasones de abolengos imbéciles, pretendiendo ignorar el dolor ajeno?

¿O acaso, en el fondo solo pretendemos ignorar nuestro propio dolor?

FHCHO 25-07-07. http://fabianfhcho.spaces.live.com/